Page 72 - MEMORIA AEE 2018
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       Las grandes
       tendencias
       mundiales






                        Este crecimiento supondría evitar la emisión de 382 toneladas de CO  anualmente y
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                        desbloquear 239.000 millones de euros de inversión de 2017 a 2030, lo que permitiría a
                        la industria eólica mantener 569.000 empleos europeos hasta 2030. También evitaría la
                        importación de 13.200 millones de euros de combustibles fósiles al año.
                        En base a las previsiones de WindEurope del escenario 2020, el continente europeo po-
                        dría instalar una media anual de 12.600 MW de potencia eólica hasta ese año, alcanzan-
                        do la cifra de 204 GW instalados. Así, la eólica sería la principal fuente renovable de elec-
                        tricidad en Europa, superando a la hidráulica y suministrando el 16,5% de la demanda
                        eléctrica europea. Sin embargo, es probable que este crecimiento se concentre en sólo
                        seis países (Alemania, Reino Unido, Francia, España, Holanda y Bélgica), que podrían
                        acoger las tres cuartas partes de las instalaciones totales de los próximos cuatro años.






                        El coste de energía de la eólica y las subastas
                        internacionales




                        Según datos de  la  Organización para la  Cooperación  y el  Desarrollo  Económicos
                        (OCDE), los precios mayoristas de la electricidad en el mundo se encuentran en los
                        niveles más bajos desde 2002.
                        En zonas como Europa, que se ha apostado por las renovables, los precios eléctricos
                        han pasado de rondar los 80 €/MWh en 2008 a los 20-50 €/MWh actuales. Los sistemas
                        marginalistas proliferan y, alrededor de un 80% de la energía mundial sigue procedien-
                        do de combustibles fósiles, que continúan marcando los precios. Pero, no se trata de un
                        sistema diseñado para soportar niveles cada vez mayores de renovables que deprimen
                        los precios más y más. En cierto modo, es un círculo vicioso. Por un lado, las renovables
                        se desarrollan gracias a los incentivos, que se van reduciendo a medida que las tecnolo-
                        gías maduran. Estas tecnologías –sobre todo la eólica, la más madura y competitiva de
                        las renovables- sustituyen a las tecnologías más caras y, por lo tanto, bajan los precios
                        de los mercados. A medida que se reducen los precios, los productores de electricidad
                        ingresan menos, lo que dificulta que puedan renunciar a algún tipo de incentivo.

                        Los costes de la eólica a nivel mundial también caen deprisa. La Comisión Europea,
                        la Agencia Internacional de la Energía (AIE) o el banco de inversión Lazard coinciden
                        en señalar los enormes pasos que la eólica ha dado para mejorar su Levelized Cost of
                        Energy (LCOE), el coste de construir y operar una instalación a lo largo de toda su vida
                        útil, de modo que en los mejores emplazamientos ya es tan competitiva como la más
                        barata, la hidráulica. Según la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), el
                        LCOE de la eólica cayó a nivel mundial alrededor de un 85% entre 1984 y 2017, mientras
                        que, en España, la reducción del LCOE entre 2010 y 2016 ha sido de un 48%. Viendo
                        los resultados de las subastas del año pasado, se prevé que siga bajando. Actualmente,
                        el LCOE de la eólica oscila entre los 30 y los 120 €/MWh en el mundo dependiendo de
                        múltiples factores (CAPEX, OPEX, coste del capital, etc.).
                        Según datos de IRENA, la eólica terrestre ha tenido, hasta ahora, una curva de aprendi-
                        zaje del 12%, mientras que, para 2025, se espera que se reduzca en un 26% adicional.
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