Terminamos un año muy intenso en el que la familia eólica ha seguido creciendo y en el que, una vez más, hemos demostrado que el sector eólico es una pieza fundamental para el progreso de nuestra economía y sociedad. Ha sido un año del que nos llevamos muchas lecciones aprendidas.
Por un lado, hemos podido aumentar el ritmo de instalación de nuevos parques eólicos respecto al año anterior, aunque aún seguimos lejos de alcanzar la velocidad anual que establece el PNIEC. En este sentido, la tramitación administrativa – y dentro de ella, el trámite ambiental – es sin duda el principal caballo de batalla que condiciona absolutamente las decisiones de inversión, la valoración de los riesgos, el ritmo de encargos a las fábricas, la pérdida de oportunidad de un mayor ahorro para los ciudadanos, la seguridad energética de nuestra sociedad, etc. Por ello, hay que seguir trabajando con determinación para que, entre todos, evolucionemos el actual esquema de tramitación hacia uno más ágil, transparente, digitalizado y coordinado entre las Administraciones, que permita avanzar al ritmo que requiere nuestro país y con el que se ha comprometido en Europa.
Por otro lado, seguimos teniendo preocupación por la situación de nuestra industria eólica, la cual está atravesando tiempos complejos, con tensiones financieras mantenidas en el tiempo y una amenaza constante de la industria asiática, que sigue implementando estrategias comerciales agresivas para tener entrada en el mercado europeo. Si a todo ello le sumamos el actual panorama internacional de medidas proteccionistas en la mayoría de los mercados de interés eólico, y la inexistencia de las mismas en Europa, se nos presenta un escenario en el que Europa debe liderar políticas valientes de apoyo industrial que permitan mantener la competitividad de nuestra industria. En nuestro país, la eólica es la única industria renovable que está presente en el Foro de Alto Nivel de la Industria, prueba de su importancia estratégica para el tejido productivo nacional. En este sentido, los trabajos que se han venido realizando para la elaboración de la Estrategia Industrial de España a 2030, el Pacto de Estado por la Industria o la futura Ley de Industria, en los que el sector eólico ha tenido una participación clara, verán la luz a lo largo de 2023.
De igual modo, las subastas seguirán siendo protagonistas de la actividad de la AEE, ya que, aún con resultados controvertidos en 2022, siguen siendo instrumentos necesarios para la incorporación de potencia eólica en el sistema. Por tanto, debemos seguir trabajando para que sean exitosas, para conseguir enfocarlas a valor y no a puro precio – Europa no sólo lo permite, sino que lo recomienda -, para que se adapten a las circunstancias de los costes de las tecnologías de forma realista, y para que contabilicen en su diseño la indexación de los ingresos futuros a la evolución del IPC.
2022 ha sido un año importante respecto a la eólica marina y, sin duda, ha supuesto un punto de inflexión muy positivo. La celebración del primer Congreso Eólico Marino, con vocación anual e itinerante, ha confirmado la consolidación de una nueva etapa para la asociación, en la que el mundo marino ya forma parte de nuestra actividad cotidiana. Es importante agradecer la confianza depositada en AEE por parte de los nuevos asociados en pro de hacer realidad la eólica marina en nuestras costas, además de fortalecer la actividad de nuestra industria naval y portuaria. Para cumplir la Hoja de Ruta del Gobierno, 2023 deberá ser el año del despegue real de los proyectos offshore. Por ello, insistiendo en la urgencia de aprobar los Planes de Ordenación del Espacio Marítimo antes de fin de año, desde AEE seguiremos además impulsando todas las acciones necesarias, comenzando por la revisión regulatoria necesaria para hacer posible la primera subasta offshore en la primera mitad de 2023.
Otro de los ámbitos relevantes para el futuro del sector es el relativo a la integración y la gestionabilidad de las energías renovables en el sistema. En este ámbito, la eólica sigue liderando el debate técnico y aportando soluciones para hacer viable la penetración del gran contingente renovable que es necesario en nuestro mix, manteniendo la calidad de suministro y de servicio de la que el sistema español siempre ha hecho gala. Aspectos como el hidrógeno renovable, la hibridación eólica, la planificación ágil y flexible de la red, o el acceso y la conexión a los nudos son aspectos de vital importancia.
Por último, no debemos olvidarnos de los territorios y sus personas, actores clave para el desarrollo de la eólica. La sensibilidad, la comunicación, el trabajo conjunto entre las empresas y las comunidades locales, así como, el rigor técnico en todas las etapas deben seguir siendo pilares en las actividades de desarrollo de los proyectos. Las aportaciones positivas que la eólica genera en su entorno, con una mención especial sobre el cuidado de la biodiversidad por el papel que los parques eólicos desempeñan como nodos de gestión forestal y vigilancia ambiental, deben ser siempre puestas en valor hacia la ciudadanía.
En definitiva, desde AEE seguiremos trabajando en todos los ámbitos de la cadena de valor de la eólica, con visión multisectorial, energética, industrial, tecnológica, climática y de economía circular. Más allá de la propia actividad empresarial que todos representamos se encuentra un compromiso y unos valores que nos hacen diferenciales respecto a otras actividades económicas. La coyuntura geopolítica justifica una apuesta decidida por la eólica como tecnología vertebral de nuestro sistema eléctrico, de garantía de suministro, de generación de empleo de valor añadido, industrial y tecnológico, de protección económica para los ciudadanos y de desarrollo de los territorios.
En nombre del equipo de AEE, te felicitamos las fiestas navideñas y deseamos todo lo mejor para el próximo año 2023.