Galicia debe aplicar el interés público superior de la energía ante un debate maniqueo, falaz y perverso

31 de marzo de 2025

El mundo asiste a una guerra comercial de consecuencias insospechadas. Si a los aranceles que vienen, a la incertidumbre geopolítica y a las peligrosas emergencias climáticas, añadimos la paralización y bloqueo del sector eólico gallego –atrapado en la telaraña judicial de distintas instancias–, nos encontramos ante la tormenta perfecta. La eficiencia energética, un valor que celebramos cada 5 de marzo, está anudada a la generación renovable y en detrimento de los combustibles fósiles, que son los productores de emisiones tóxicas y contaminantes de CO2 a la atmósfera, provocando el calentamiento global y catástrofes naturales cada vez más violentas.

El desarrollo eólico ha sido determinante a la hora de rebajar drásticamente estas emisiones contaminantes. Es una de las muchas razones por las que estamos obligados a seguir implantando energía del viento en nuestra comunidad, ya que el objetivo es llegar a cero emisiones cuanto antes. Porque la energía eólica es una fuente limpia, inagotable y renovable, con un impacto beneficioso en la economía y habitantes de la zona donde se implantan los parques.

Las fuertes tensiones internacionales provocarán un nuevo aumento de los costes energéticos y mayor dependencia de los combustibles fósiles. El viento es uno de los grandes recursos naturales de Galicia, con un potencial extraordinario en cuanto a independencia energética, desarrollo industrial y lucha contra el cambio climático. Es una evidencia que no necesita mayor explicación.

Sin embargo, nuestra triste y absurda realidad es que hemos consumido la mitad de la década sin apenas avances. No acabamos de alcanzar los 4.000 MW de potencia instalada a pesar de que tenemos unos 2.500 MW rigurosamente autorizados por la Xunta de Galicia, pero frenados por el poder judicial. ¿A quién le interesa o beneficia esta coyuntura? La transición energética y la electrificación de la economía con fuentes verdes son hechos irreversibles, por mucho que los opositores se revuelvan. Porque es un debate maniqueo, falaz y perverso; aunque en estos años hayan conseguido hacernos más pobres, más dependientes y más subdesarrollados. Por eso urge aplicar plenamente la directiva de la UE que atribuye a la energía el interés público superior.

Finalmente, es una desgracia que el consumo eléctrico haya caído un 33 % en los últimos seis años; pero no por eficiencia energética, sino como consecuencia directa del cierre de electrointensivas y otras industrias; es decir, cae el consumo por la destrucción de tejido productivo. Esa es la razón del descenso eléctrico, no la eficiencia energética.

Un artículo de EGA, Asociación de Galicia de Energía Eólica