La ourensana Sertogal, especializada en ingeniería eléctrica, ha sido de las primeras en adoptar (y adaptar) al sector de la energía la metodología BIM, que sustituye los planos convencionales por un modelado digital.
Sertogal es una empresa que ofrece servicios integrales de ingeniería y topografía a clientes. Como otras muchas. Que está especializada en el sector eléctrico en el área transporte y distribución de energías renovables, campo en el que ha evolucionado desde la media y baja tensión, hasta la alta en la que opera ahora. Igual que otras tantas, pero ya muchas menos. Que emplea en metodología BIM (Building Information Modelling) en sus proyectos. Como muy pocas y casi ninguna en el campo energético, resalta Sergio Rodríguez, su consejero delegado.
La empresa ourensana —de pequeño tamaño, pero en constante crecimiento, apostilla su director de desarrollo de negocio, Javier Martínez— ha hecho de esa herramienta su sello diferencial. Toma como enseña un método que se va incorporando poco a poco en el sector y a dos velocidades: de vértigo en el ámbito de la arquitectura; al ralentí en el de la ingeniería eléctrica. Sertogal, con su plantilla de más de 30 técnicos, se ha colocado en el pelotón de cabeza desde el primer momento. Y con especial agilidad en el campo energético, lo que le ha permitido ser adjudicatario del proceso de digitalización de 600 subestaciones eléctricas. Eso, para Sertogal, era impensable hace diez años. Bruno Sánchez, responsable del área BIM de la compañía, achaca a la formación continua y a la querencia de la empresa por las nuevas tecnologías ese salto cualitativo que supuso la adopción de la metodología de trabajo digital: el cambio de los planos tradicionales —en papel, a escala y con datos aislados de cada parte que participa en el proyecto— por un gemelo digital —una maqueta 3D en eso que ahora se llama el metaverso— al que se le asocia toda la información de un proyecto de construcción. Esos datos que antes se guardaban en soporte analógico —léase papel— en los archivadores de la oficina y que ahora, con el modelo virtual —de la subestación eléctrica, edificio, puente o proyecto de obra civil de que se trate— está en una plataforma que incorpora hasta el mínimo detalle: las características de cada transformador, niveles de tensión, nombres de fabricante, interruptores, conmutadores… si se trata de una subestación; pilares, grosor de cada tubería, cables eléctricos… en el caso de edificios. Una réplica digital que evita tener que desplazarse sobre el terreno cada vez que se necesite consultar determinada información.
De lo analógico al 7D
La adopción de la metodología BIM, «que no es un software, sino un método de trabajo», aclara Sánchez, requirió una evolución digital en otra área de la empresa como es la topografía.
Si en los inicios de la compañía, hace 25 años, los técnicos recogían datos sobre el terreno con las herramientas clásicas, «el GPS y otras de toda la vida», a partir del 2016 cambió el método de trabajo incorporando láser escáner que facilitaban una nube de 1.000 o 2.000 puntos. Después llegaron los drones, dos convencionales, uno de ala fija con capacidad para cartografiar grandes superficies, de más de mil hectáreas, y un dron lidar que permite actuar en terreno arbolado, por lo que casi se convierte en imprescindible en Galicia.
Pero disponer de un gemelo digital que se puede examinar por arriba, por abajo, de lado e, incluso, en el interior no es la única ventaja que ofrece el método.
Eso es quedarse en el plano 3D, la pinta del iceberg, en palabras de Martínez. El BIM ofrece más dimensiones. La cuarta, por ejemplo, introduce la dimensión del tiempo y posibilita ver la ejecución virtual del proyecto. «Se puede ver terminado antes de colocar el primer ladrillo».
Esa simulación que permite comprobar si el proyecto es ejecutable, corregir errores y eliminar las clásicas interferencias, como «que se quiera pasar una conducción eléctrica y no se puede porque hay un pilar que no lo permite» Ni que decir tiene que eso supone un ahorro de tiempo, de costes y de seguridad, pero esa es ya una quinta dimensión de una metodología que permite llegar hasta una séptima, la del mantenimiento y que facilita gestionar un activo durante su ciclo de vida útil.
Metiendo baza en las renovables
Martínez, Sánchez y Rodríguez auguran que la metodología BIM acabará siendo una exigencia generalizada de los clientes. Pero Sertogal va en plazo. Lleva algo así como un lustro trabajando con ese método y otras herramientas de la Industria 4.0 en las distintas áreas de trabajo de la empresa.
Aunque su fuerte está en la ingeniería eléctrica, de parque eólicos, así como en la geomática y gestión de terrenos, se ha ido introduciendo en la de plantas fotovoltaicas y centrales de biomasa. Su consejero delegado Sergio Rodríguez indica que siguen pensando en futuro, con nuevos proyectos de biogás y de plantas de hidrógeno.
Los servicios de consultoría energética entran también en su campo, como los trabajos para el IDAE en materia de eficiencia energética, tanto en hogares particulares como en municipios y comunidades.