El reciente informe de FEDEA sobre el estado actual y perspectivas de la descarbonización en España analiza en profundidad el grado de avance del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), identificando tanto los logros como los principales obstáculos que dificultan su cumplimiento. Este análisis resulta esencial para detectar desviaciones respecto a los objetivos marcados y poder implementar medidas correctoras. A diferencia de otros países, España carece de un organismo independiente que supervise de forma sistemática el progreso del PNIEC.
En concreto, España se ha propuesto disminuir un 32% sus emisiones de gases de efecto invernadero respecto a los niveles de 1990. Sin embargo, aún queda por reducir 26,2 puntos porcentuales, lo que implicaría una disminución media anual del 4,5% para alcanzar el objetivo en el plazo previsto.
Uno de los principales desafíos radica en que el sector eléctrico, que ha sido el mayor responsable de la reducción de emisiones hasta ahora, ya ha agotado gran parte de su potencial, dado que el mix eléctrico actual está ampliamente descarbonizado.
En todo caso, las energías renovables desempeñan un rol fundamental para materializar los objetivos del PNIEC. En 2023, representaban el 24,8% del consumo final de energía, y se espera que esta proporción alcance el 48% para 2030. En el ámbito de la generación eléctrica, el objetivo es aún más ambicioso: un 81% de producción renovable. Recientemente, el crecimiento de la energía solar fotovoltaica ha sido especialmente notable, pasando de representar el 3,1% de la generación eléctrica en 2015 al 17% en 2024, por lo que el PNIEC prevé que esta tecnología supere a la eólica hacia 2030, debido a su rápido crecimiento. No obstante, a pesar de estos avances, se estima que no se cumplirán los objetivos intermedios de reducción de emisiones para 2025, y existen dudas sobre la viabilidad de los fijados para 2030.
En cuanto a la energía eólica, las previsiones presentan dificultades. Aunque el plan contempla alcanzar los 62 GW de capacidad instalada en 2030, este informe estima que solo se llegará a unos 45 GW, debido a que los ritmos de instalación requeridos superan ampliamente los históricos (ver gráfico abajo). Uno de los principales obstáculos es la complejidad administrativa para aprobar nuevos proyectos, como lo evidencia la actual paralización judicial de instalaciones en Galicia.
A pesar de ello, la eólica presenta ventajas importantes frente a otras tecnologías como la fotovoltaica: por un lado, su mayor coeficiente de apuntamiento (0,88 frente a 0,72 en 2024); y por otro, el potencial de repotenciación de parques existentes, que permite generar más energía (MWh) por unidad de potencia instalada (MW). Esta repotenciación, además, cuenta con apoyo financiero del PRTR, con una dotación de 127 millones de euros.
Respecto a la eólica marina (offshore), el objetivo de alcanzar 3 GW para 2030 se considera de cumplimiento incierto, debido a los altos costes, los largos plazos de desarrollo y las condiciones poco favorables de la primera subasta. En particular, este análisis elaborado por FEDEA estima que un objetivo más alcanzable sería del orden de 200 MW.
Por otro lado, el almacenamiento energético será fundamental para integrar de forma eficiente la nueva capacidad renovable, especialmente la eólica y la solar, que dependen de condiciones climáticas variables y requieren soluciones para garantizar su gestionabilidad.
En definitiva, el cumplimiento del peso renovable en la generación eléctrica previsto por el PNIEC dependerá de mantener el ritmo de instalación de nueva capacidad más allá de 2027. En el caso de la eólica, aunque no se logre el objetivo total, es crucial agilizar los trámites administrativos, fomentar tanto nuevos proyectos como la repotenciación, avanzar en el despliegue de la eólica marina y gestionar adecuadamente la alta demanda de acceso a la red mediante concursos.